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Palestina e Israel

Por una solución política permanente al conflicto

Publicado en Revista Comunes, 8ava edición, Noviembre de 2023

Carlos Monge

Publicado: 2023-11-19

El pasado sábado 7 de octubre Hamás -la organización política que gobierna la Franja de Gaza, en Palestina- lanzó un sorpresivo y devastador ataque contra Israel, atacando objetivos militares y civiles. Las cifras varían de acuerdo a las fuentes, pero el resultado parece ser de más de 300 militares y más de 1,000 civiles muertos, incluyendo a más de 250 jóvenes asesinados cuando participaban en un festival musical, además de personas ancianas y e infantes. Más aun, Hamas ha tomado a alrededor de 200 rehenes y los retiene al interior de la Franja de Gaza, habiendo liberado a cuatro personas en los últimos días.

Sin duda alguna, se trata de una matanza y secuestro de civiles indefensos que viola todas las reglas de la guerra y provoca nuestra más clara y firme condena.

La respuesta de Israel es igualmente brutal. Cierre total de entradas y salidas de Gaza, orden de desplazamiento de un millón de personas de la zona norte a la zona sur, bombardeo incesante de zonas residenciales y comerciales, resultantes -hasta el momento de redactar estas líneas- en más de 8,000 personas muertas y casi 15,000 personas heridas, la mayor parte civiles atrapados en sus viviendas o en las calles o en iglesias al momento de los bombardeos. Y aún no se inicia el anunciado ataque por tierra que con seguridad causará decenas de miles de muertos más.

Otra matanza de civiles inocentes que viola todas las leyes de la guerra y que también provoca nuestra más clara y firme condena.

Hamas debe haber tenido más de un objetivo político al momento de lanzar el ataque, como por ejemplo frenar el acercamiento entre Israel y Arabia Saudita y/o precipitar una intervención de Irán, Rusia y China contra Israel. Israel sí ha dejado claro que su respuesta apunta a destruir a Hamas, liquidando su presencia en la Franja de Gaza.

Lo urgente en este momento es lograr un alto al fuego, abastecer de agua, alimentos, medicinas y energía a la población hoy atrapada en Gaza, e iniciar la búsqueda de una salida política negociada entre las partes. Esta seguramente tendrá que incluir un intercambio de rehenes, pues Israel mantiene en sus cárceles a entre 5,000 y 6,000 presos políticos palestinos, muchos sin procesos, los demás procesados por tribunales militares y todos sometidos a condiciones inhumanas de detención, incluyendo a menores de edad.

El origen histórico del problema es la manera colonial como las Naciones Unidas establecieron un nuevo estado (Israel) en 1948 en territorios que eran palestinos desde hace siglos. Ciertamente era perfectamente legítimo buscar una solución al drama de una población judía sin territorio, que venía de ser masacrada por el fascismo europeo durante la segunda guerra mundial. Pero la solución encontrada fue impuesta sobre poblaciones palestina y los gobiernos árabes de la región.

Como resultado, ha habido desde siempre una tensión permanente entre el estado de Israel, la mayor parte de los estados árabes de la región y la población palestina. Este conflicto permanente explotó en la Guerra de los Seis Días de 1967, y se ha mantenido y agudizado después, pues Israel no solo defendió su territorio, sino que ocupó territorios que debían ser parte del nuevo estado palestino, incluyendo Sinaí, Gaza y Cisjordania, además de territorio sirio en los Altos del Golán.

Frente a la situación existente, más allá de parar la masacre en curso, hay que buscar una solución de fondo.

Una sería que se conforme un solo estado laico, no confesional, que respete la pluralidad de identidades, culturas y religiones que pueblan esos territorios. Esto que parece hoy muy poco viable hubiese sido la mejor alternativa a la división en dos del Mandato Palestino en 1948, que debía llevar a la conformación de dos estados en ese territorio.

Otra, la que es defendida por las Naciones Unidas y la enorme mayoría de los países el mundo, es que ambas partes acepten la existencia de la otra y se conformen dos estados independientes.

Esto supone que Israel acepte la existencia de un estado palestino independiente, que se repliegue de los territorios palestinos que ha venido llenando de colonias en violación abierta de acuerdos internacionales sobre la materia, que devuelva los territorios de Líbano y Siria ocupados desde la Guerra de los Seis Días en 1967, y que renuncie a la pretensión que toda Jerusalén sea la capital de Israel. Y supone que Hamas reconozca la existencia del Estado de Israel y renuncie a la idea de conquistar el Estado Palestino por la vía de las armas.

En suma, la solución política al conflicto pasa por el mutuo reconocimiento de dos estados independientes, lo que supone el retiro de Israel y de colonos israelitas de territorios ocupados ilegalmente en Siria y en Palestina desde 1967 y el desarme de Hamas.

Lograr esta solución de fondo no es, sin embargo, fácil. Para comenzar, la Franja de Gaza e Israel son hoy gobernados por partidos o coaliciones políticas extremistas que se niegan a aceptar la existencia de la otra parte y más bien buscan exterminarla.

Cisjordania -el otro territorio palestino- es gobernada nominalmente por la Autoridad Nacional Palestina, dirigida políticamente por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), pero buena parte está ocupada militarmente por Israel. En Gaza, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) ganó las elecciones en el 2006, expulsó a la OLP del territorio y gobierna ese territorio desde entonces. Hamás no reconoció los acuerdos de Paz entre Israel y la OLP (Oslo 1993 y 1995) y siempre ha reivindicado la resistencia armada a la cual la OLP renunció, aunque en tiempos más recientes ha reconocido el derecho de existencia del Estado de Israel, pero solamente si es dentro de las fronteras establecidas al momento de la fundación de Israel en 1948 y desconocidos por Israel desde la Guerra de los Seis días en 1967.

Por su parte, Israel es gobernada por una coalición de extrema derecha que ha radicalizado las políticas de colonización de los territorios palestinos ocupados ilegalmente, que quiere establecer a Jerusalén como la capital del Estado de Israel expulsando a la población palestina y árabe en general, que alienta comportamientos racistas y fascistas de su población contra los palestinos y árabes, que se niega a participar en cualquier solución política negociada al conflicto.

El escenario se complica además porque las grandes potencias mundiales se ubican en el conflicto de acuerdo a sus intereses geopolíticos y no en función de los derechos palestinos a tener un estado soberano. Los EUU y la UE -que han sido tan rápidos y tan contundentes en sus condenas a la invasión de Rusia a Ucrania- condenan a Hamas, pero se hacen de la vista gorda ante los crímenes de lesa humanidad Israel viene cometiendo en su respuesta al ataque del 7 de octubre y ha cometido históricamente. En el otro lado, Rusia -que ha violado todas las leyes de la guerra en su invasión a Ucrania- se alía con Hamas para ampliar su área de influencia, reforzando así su alianza con Irán contra Israel y la presencia política de los EEUU, que a su vez está en alianza con Arabia Saudita y otros gobiernos conservadores en la región.

La peligrosa consecuencia de este juego de alianzas es que es que el conflicto se expanda hacia la frontera de Israel con Líbano, en donde ya hay enfrentamientos entre el movimiento chiita Hezbollah (apoyado por Irán) y las Fuerzas de Defensa Israelí, y hacia Siria (que siempre ha reclamado la devolución de los Altos del Golán ocupados por Israel en 1967). Israel ya ha bombardeado aeropuertos en Damasco y Alepo en prevención de ataques sirios a su territorio.

Frente a esta situación, la respuesta de la Cancillería Peruana se ha limitado a condenar a Hamas y reafirmar la necesidad de una salida política en el marco de los acuerdos de las Naciones Unidas, apoyando las resoluciones en ese sentido. Pero no ha tomado la iniciativa para impulsar la propuesta de Dos Estados y menos de condenar la respuesta brutal de Israel al ataque de Hamas ni toda su historia de violación sistemática de los derechos de la población palestina y de los acuerdos de las Naciones Unidas. Da vergüenza la diferencia con las reacciones de los gobiernos de Colombia, Chile y Bolivia que, de diversas maneras, se han manifestado con claridad sobre estos temas, llegando Bolivia a romper relaciones con Israel.

Más penoso aún ha sido el desempeño de la Presidenta Boluarte, usando el avión presidencial para una ridícula e inútil gira europea mientras que la mayor parte de los peruanos en Israel terminaron siendo repatriados gracias al apoyo del Gobierno del Ecuador.

La izquierda peruana debe ser clara en su posicionamiento sobre esta crisis.

Primero, condena contundente al ataque de Hamas a civiles en Israel y a la respuesta actual de Israel y a su política de ocupación de territorios y abusos contra la población palestina en general.

Segundo, inmediato cese el fuego y ayuda humanitaria a la población civil atrapada en Gaza.

Tercero, intercambio de rehenes en manos de Hamás por prisioneros palestinos en manos de Israel

Cuarto, inicio de proceso supervisado internacionalmente para abrir proceso hacia el mutuo reconocimiento de ambos estados con base en las fronteras establecidas en 1948 y el reconocimiento de Jerusalén como ciudad internacional.

Quinto, exigencia al gobierno peruano de asumir una posición firme y proactiva de exigencia del alto a la matanza en curso en Gaza para el inicio de una negociación rumbo a una solución política al conflicto.


Escrito por

Carlos Monge

Antropólogo e Historiador. Fanático del Alianza Lima y socialista empedernido. Enamorado de Leda, Lucía, Camilo, Frida y León.


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