Bolivia y Chile: lecciones para la izquierda peruana
Publicada en Diario Uno, 27 de Octubre de 2020
El triunfo electoral del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia y de la derogatoria de la constitución de Pinochet en Chile han sido abrumadores. En Bolivia, Arce le sacó 26 y 41 puntos de ventaja a Mesa (la derecha moderada) y Camacho (la derecha fascista). En Chile la derogatoria de la constitución pinochetista y la elaboración de una nueva por una Convención Constitucional integrada por ciudadanos y ciudadanas elegid@s ha ganado con alrededor del 80%. Celebremos.
Pero celebrar no es copiar. La tarea es entender, sacando lecciones que nos sean útiles en el Perú. Un tema central es el del protagonismo de líderes, partidos y una sociedad organizada en la construcción de ciudadanía y en el aliento y respeto a su representación.
En Bolivia, Evo convocó a un referéndum sobre su reelección, lo perdió, desconoció sus resultados, candidateó, y ganó con las justas en medio de dudas sobre la legitimidad de los resultados. Si Morales hubiese promovido en ese momento la candidatura de Arce y Choquehuanca, el MAS hubiese ganado largamente esa elección. Ni la OEA, la derecha o las FFAA, hubiesen podido cuestionar su victoria.
En Chile, la solidez de la movilización ciudadana se impuso sobre las diferencias entre los propios partidos que apoyan una nueva constitución (Partido Comunista y Democracia Cristiana) y llevó a fracturas internas en el propio gobierno de Piñera, con sectores apoyando la demanda. La narrativa resultante es la de una victoria de la gente, y no de tal o cual organización política.
Hay lecciones que parecen evidentes, pero que en verdad no son fáciles de llevar a la práctica. Una, generar múltiples liderazgos y alentar la rotación en la vocería y la representación. Entender que el ejercicio del poder desgasta. La otra, construir ciudadanía, construir sociedad, y alentar su movilización y su representación. Entender que se trata de representar, y no de reemplazar.
Verónika Mendoza es sin duda la candidata de la izquierda, pero el reto sigue siendo construir un proyecto político izquierdista que representa una sociedad organizada y una ciudadanía movilizada y que tenga la capacidad de generar múltiples liderazgos, vocerías y representantes.