Vizcarra tiró la toalla. ¿Y ahora?
Publicado en Diario Uno, 26 de Mayo de 2020
El Presidente Vizcarra ha extendido la cuarentena hasta fin de Junio. Una formalidad nada más, pues la verdad es que al dar luz verde al reinicio de parte importante de las actividades económicas del país, ha tirado la toalla en la pelea por controlar la expansión del coronavirus.
Es una decisión de mucho riesgo, pues a la gente que ya rompía la cuarentena por necesidad o por estupidez ahora se sumarán quienes salgan a trabajar en el marco de las nuevas disposiciones. ¿En qué condiciones se trasladarán? ¿En qué condiciones trabajarán? ¿Quién fiscalizará la puesta en práctica los protocolos establecidos? ¿Si hay un rebrote en la epidemia, tendrá el sistema de salud la capacidad de responder?
No tendríamos que haber llegado a esta situación. La cuarentena funcionó a medias porque 70% de la población trabaja en manera independiente, no tiene empleo formal, ni CTS ni AFP, ni un sueldo por teletrabajo, ni ahorros. Con un bono realmente universal mucha más gente podría haberse quedado en su casa saliendo solo para comprar lo indispensable, tendríamos menos contagios y muertos, tendríamos menos presión por reabrir la economía, o podríamos hacerlo en mejores condiciones sanitarias.
Ahora, frente a la quiebra de facto de la cuarentena, ¿qué hacemos?
Hacer universal la entrega del bono, ya no para que la gente se quede en casa, pero sí para recuperar ahorros personales y capitales de trabajo que se han esfumado en estos meses. Centrar la reactivación en las pequeñas empresas para pagar salarios y reactivar procesos productivos, corrigiendo el diseño actual que prioriza medianas y grandes empresas. Plantear alternativas frente a las fallas estructurales de los servicios públicos, el mercado laboral, la estructura tributaria, el sistema de pensiones, el sistema de transporte, la producción agropecuaria, que la crisis nos ha permitido ver con toda caridad.
En el 2021 habrá que elegir un nuevo gobierno que haga del Bicentenario el punto de partida de una transformación profunda de nuestro país. El reto es que, 200 años después, por fin hagamos posible esa promesa que aun somos. ¿Quién acepta el reto? Apuesto por la izquierda.