la Reforma Tributaria en la Agenda
Publicado en Diario Uno, el Martes 28 de Abril de 2020
El debate sobre las respuestas a la crisis no da tregua. La política del bono focalizado dio lugar al debate sobre el bono universal, que ha llevado al debate sobre el impuesto a la riqueza. Ahora se viene el debate sobre la reforma tributaria.
Sobre el impuesto a la riqueza, el gobierno no parece sabe qué hacer. El Premier habla de un impuesto solidario y por una vez a quienes ganan más de 10 mil soles al mes. La Ministra de Economía dice que hay que pensarlo y obrar con responsabilidad. El Presidente insiste en que la solidaridad es indispensable, y que está pidiendo al Congreso facultades para legislar al respecto, pero no anuncia nada concreto.
La oposición va a ser feroz. Algunos paranoicos incluso alucinan que se trata de un complot comunista. Olvidan que España, Francia, Argentina, Colombia y Uruguay ya lo tienen. Que la idea es promovida por el FMI y la OCDE. Que es tema central en una próxima conferencia global del Banco Mundial. Que lo exigen algunos de los grandes billonarios del planeta.
No es claro que hará el gobierno. ¿Quedará todo en un anuncio, como en el caso de la reforma de las AFP? ¿Habrá alguna medida limitada, negociada con los sectores empresariales? ¿Se trata de algo que se verá después de la crisis? ¿O se trata simplemente de una mecida?
Sea como sea, un impuesto a la riqueza debería ser parte de una reforma tributaria integral.
El Perú es uno de los cinco países con más baja presión tributaria en América Latina: 15.3% del PBI, frente a 22.8% de América Latina y el Caribe y 34.2% de la OECD. Las causas son varias: extendida informalidad laboral y concentración de la productividad de nuestra economía primario exportadora, alta dependencia de los tributos que paga la minería en tiempos de alta demanda y precios, incapacidad de controlar la elusión y la evasión tributarias, exoneraciones tributarias al gran capital, etc.
Tenemos además una estructura tributaria injusta en la que los impuestos indirectos –con ricos y pobres pagando la misma tasa por el mismo producto constituyen el 40% del total de lo recaudado; los directos -en donde pagan más los que ganan o tienen más- el 37%; las contribuciones sociales el 12%; el predial menos del 3%. Para hablar de equidad o justicia tributaria, los impuestos directos como el de la renta o el predial deberían pesar mucho más que los indirectos como el IGV o el ISC.
Necesitamos un impuesto a la riqueza para que las grandes fortunas aporten más en esta crisis. Pero necesitamos también ampliar la base tributaria, eliminar exoneraciones, cobrar multas, controlar la evasión y la elusión, aumentar el IR para los tramos altos de las ganancias y del valor de la propiedad. Que paguen más lo que más tienen. Es la única manera de tener un país viable.