Varios países de América Latina han apostado por la exportación de hidrocarburos como una fuente principal de renta pública. Venezuela estatizó toda la industria para lograr el máximo de beneficio posible, Ecuador y Bolivia nacionalizaron la renta elevando de manera sustantiva los impuestos e imponiendo contratos de servicios a las empresas privadas, mientras que Brasil fortaleció la posición de Petrobras en la explotación de las nuevas reservas de Pre Sal. México y ahora Argentina responden al declive productivo de sus pozos históricos promoviendo la inversión privada en la exploración y extracción de gas y petróleo en nuevas fronteras productivas, incluidas las aguas profundas del Golfo de México y el shale gas.

Mientras los precios estuvieron altos la estrategia dio resultados: mayor cantidad de renta pública para financiar el gasto público, bajando la pobreza y la desigualdad. Pero estos países se han vuelto cada vez más dependientes de las rentas que generan los hidrocarburos y en consecuencia están cada vez más expuestos a la volatilidad de los precios por el petróleo y el gas en los mercados internacionales.

Y, bueno pues, desde hace un tiempo los precios promedio del petróleo están cayendo. Parece que podrían llegar pronto 80 dólares el barril y hay quienes dicen que el próximo año podrían bajar hasta los 70 dólares el barril.

Para países que importan toda o parte de los hidrocarburos que consumen, esta puede ser una buena noticia. De hecho, en el Peru se discute cuando y hasta donde deben bajar los precios a los usuarios finales. En Chile que importa casi todos los hidrocarburos que consume, esta es sin duda una buena noticia. Aunque claro, ambos países sufren la caída del precio de los minerales… en otros países como Brasil los impactos son más complejos.

Pero para los países que son básicamente exportadores, la situación se pone color de hormiga. Venezuela y Ecuador –que están directamente expuestos a la caída de los precios del petróleo que exportan- anuncian una propuesta para que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) acuerde recortar la producción para disminuir la oferta y al menos mantener los precios actuales. Bolivia declara que la caída no le afecta. Pero esos precios se ajustan cada 3 meses con base en una formula basada en una canasta de combustibles muy atada al precio del petróleo, y sin duda caerán en el próximo ajuste.

Se viven pues las consecuencias económicas de la excesiva dependencia de la exportación de hidrocarburos. Fondos de ahorro y estabilización para estas circunstancias y diversificación productiva deben ocupar hoy el centro de la agenda.